Publicado en Todo DxT el 24/06/2019
“Parecía que el techo se iba a caer”, recuerda Marco
Sánchez, autor del gol que literalmente hizo temblar no solo a Arequipa, sino a
todo el sur del Perú, y parte de Bolivia y Chile.
Se jugaban los 3 minutos del primer tiempo del partido
Sportivo Huracán y Atlético Universidad que definía el título de la etapa
Provincial de la Copa Perú. Era una soleada tarde sabatina del 23 de junio de
2001.
Había regular cantidad en el Monumental Arequipa, solo se
habilitaron oriente y occidente. Frente a frente estaban el tradicional Huracán
y un equipo que un año después (2002) lograría ascender al fútbol profesional.
Víctor Hugo Rivera, que aún era árbitro de Primera
Categoría, pitó el inicio exactamente a las 3.30 de la tarde.
Transcurría el minuto 2 de juego. Ambos equipos estaban aún
asentándose en el grass del coloso agustino. Un tímido ataque del Atlético
terminó en un rechazo largo de Carlos Pérez, defensa de Huracán.
La zaga granate se desconcierta, la agarraron mal parada. El
balón sobra al central Jimmy Borda, Marco Sánchez que como 9 neto jugaba como
único punta pampillano, aprovecha el error y va por la pelota. Nick Montalva
intenta ir al cruce, pero el atacante arequipeño le gana el vivo y sombrea el
balón desde fuera del área. El portero Luis Zanabria solo mira la trayectoria
del esférico, un golazo. Rivera pita y convalida el tanto.
“Nos fuimos a celebrar a oriente donde estaba un pequeño
grupo de barristas del Atlético que nos estaba molestando. Cuando me doy vuelta
para abrazar a mis compañeros, miro a occidente y veo que la gente se movía de
un lado a otro, parecía que se estaban peleando los simpatizantes de ambos
equipos”, narra el ahora técnico de fútbol radicado en Ilo.
“Cruzo la cancha con dirección a occidente para ver si mi
familia estaba bien, pero levanto la vista y miro como el techo del estadio
parecía que se caía. Ya luego entendimos lo que pasaba, la gente gritaba,
algunos se tiraban a la cancha desde las tribunas. El suelo se ondulaba, pero
lo que más me sorprendió fue el techo que parecía venirse abajo”.
El portero Zanabria cuenta que cuándo dispara Sánchez siente
que el suelo se movía y se asustó. “La cancha se ondulaba como las olas del
mar”, narró.
Un grupo de periodistas estábamos sentados en butaca norte
tomando apuntes del partido. Cuando anotó Sánchez escuchamos primeros gritos de
celebración, luego ya cambiaron a quejidos y lamentos. Levanté la cara por un
sonido extraño que escuché entre el crujido que hacían las columnas del estadio
al chocar cuando se abrían y cerraban. Era un zumbido parecido a latigazos.
¿Qué había pasado? Tres tensores del techo se rompieron por lo violento de los
movimientos.
De inmediato volví la mirada al campo de juego, algunos
futbolistas estaban arrodillados rezando, otros tenían cara de desconcierto y
se quedaron paralizados, público de occidente se tiraba al campo de juego y
otros eran ayudados por algunos jugadores para bajar.
Colegas que estaban en cabinas de transmisión en lo más alto
de occidente, luego confesaron que pensaron tirarse abajo porque sentían que el
techo los iba a aplastar. Lo que más asustaba era el sonido que hacía esta mega
estructura, era como rocas en un molino, el sonido era infernal.
El terremoto duró 120 segundos según reportó el Instituto
Geofísico del Perú, pero fueron una eternidad. Al finalizar todo era polvo,
mucho desconcierto y escenas de pánico.
Dimos una vuelta alrededor del estadio junto a otros colegas
para ver sí habían daños estructurales o, como es parte del instinto
periodístico, saber del algún muerto. Felizmente no hubo más daños que sustos y
rasmillones, por ahí una fuerte contusión.
Eso sí algunos vitrales se habían roto.
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